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La semana que arranca en Wall Street girará en torno a la anticipada reunión de la Reserva Federal en la cual pondrá fin al programa de compra mensual de deuda (EQ). La temida eliminación de los estímulos monetarios en los que el mercado lleva apoyándose desde hace cinco años, está en el calendario de la Bolsa neoyorquina desde que comenzó 2014. No obstante, nadie prevé que la Fed rompa la promesa de no tocar las tasas de interés, en la actualidad entre el 0 y 0,25%, durante un tiempo, sobre todo si el desempleo y la economía no mantienen el ritmo de crecimiento adecuado, o si la inflación futura no es mayor en medio punto porcentual a la meta de 2%. De esta forma aún se espera que las tasas de referencia permanezcan bajas hasta mediados de 2015.
En referencia a la inflación, el dato del IPC de septiembre reveló que el coste de la vida (bienes y servicios) apenas encareció, dejando vía libre para que el ente emisor estadounidense mantenga una política monetaria laxa. Sin embargo, para muchos el fantasma de la deflación, que de forma insistente merodea por la economía europea podría manifestarse en EEUU a través de la conjugación de factores de riesgo entre los que figuran el fortalecimiento del dólar, el colapso en los precios del petróleo, y el exceso de capacidad laboral, además del debilitamiento de la demanda en Europa, Japón y China.
La otra cara de esta moneda sería que la disminución de los costes de la energía ayudará a reducir las facturas de combustible apoyando la mejora de la confianza de los consumidores y el poder adquisitivo de los mismos, que como es bien sabido es la base de la expansión económica de Estados Unidos.
En los próximos días tomarán la temperatura al consumidor los índices de optimismo que elaboran de manera independiente el Conference Board y la Universidad de Michigan y Thomson Reuters, con lecturas anticipadas en 87,3 puntos y 86,4 enteros, respectivamente, en octubre.
El segundo gran soporte de la agenda económica es el Producto Interno Bruto del tercer trimestre que se publicará el jueves, un día después de la reunión del Comité de Mercado Abierto (FOMC) de la Fed. A este respecto, los expertos anticipan un ritmo de crecimiento del 3,1% en tasa anualizada, frente al 4,6% registrado en abril, mayo y junio. Por su parte, el viernes, los ingresos y gastos personales, con incrementos previstos de 0,3% y 0,1%, respectivamente, reforzarán el dato del PIB si cumplen con las expectativas del mercado; en tanto, el deflactor en tasa anualizada subiría 1,5%.
Durante las primeras sesiones de la semana la mira estará puesta en el mercado inmobiliario donde se esperan las ventas de casas pendientes de vivienda para las que se anticipa una contracción de 2,2% en septiembre, y el índice de precios de la vivienda elaborado por S&P 500 Case Shiller del mes de agosto.
Paralelamente, en el sector fabril se anticipan los pedidos de bienes duraderos de septiembre, con un incremento del 2,3% tras caer 18,2% en agosto, el mayor declive que registró el sector desde que comenzó a recopilarse el dato en 1992, y el PMI de Chicago.
Asimismo, los resultados corporativos seguirán acaparando titulares. Alrededor del 80% de los integrantes del S&P 500 que han publicado resultados trimestrales esta temporada han superado las estimaciones de los analistas de ganancias, mientras que un 61% han batido las proyecciones de ventas, según datos compilados por Bloomberg.
En esta ocasión entre los más destacados están las cuentas del triunvirato petrolero estadounidense, ExxonMobil, Chevron y ConocoPhillips, los de las mineras Freeport McMoran, Barrick Gold, y Gold Corp, así como los de las farmacéuticas Pfizer y Merck, la biotecnológica Amgen, y las empresas de alimentación Kraft, Kellogs y Hershey, entre otras.
Monica Coronatti, Editora Sala de Inversión América
03:34 minutes
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